Te has percatado de cuántas actividades realizas en automático? ¿lavarte los dientes? ¿manejar de tu casa al trabajo? No tienes que pensarlo mucho al hacerlo, gracias a un mecanismo en tu mente que anula ciertos detalles de los estímulos recibidos para poder atender otros simultáneos y así evitar caer en la sobresaturación. Se trata de una medida de protección interna, pero, ¿funciona siempre a favor nuestro? No necesariamente.
En la actualidad recibimos un cúmulo de estímulos, virtuales y reales, a través de pantallas de cristal y en el entorno, tan inmenso que, ¡la misma automatización se ha automatizado en nosotros! (Valga la redundancia…). La propia pantalla de tu celular ya dirigió tu atención, de un mensaje, a una notificación, a una post, a una imagen… todo en cuestión de fracciones de instantes. Y a la vez oyes, hueles, degustas, palpas y miras de reojo tu entorno inmediato… ¿Qué se nos queda? ¿Qué adquiere significado para nosotros?
Poderse enfocar es una necesidad de supervivencia para el ser humano, sin ello, no habría evolución de la especie y simplemente seríamos arrasados por las circunstancias externas. El yoga, una práctica milenaria, no solo fue creada para aumentar nuestra capacidad de enfoque, sino que, a consecuencia de ello, la mente se desacelera y puede reposar, revelándose así ante ella la forma real de las cosas.
Pero la pregunta prevalece: en estos tiempos de sobre estímulo inevitable, ¿cómo abordas tú tu yoga?
Hace unos días en clase, confieso que yo, como maestra, caí en mi propia automatización… Guié a mis alumnos en una secuencia de posturas que involucraba sólo un lado del cuerpo, para luego repetirla al otro. Sin embargo, al terminar el primer lado, repetí la secuencia sobre el mismo lado!
Evidentemente las alumnas, también fueron presa de la automatización, ¡simplemente se siguieron conmigo! Todas, excepto una, que era nueva al grupo. Ella iba al revés que el resto del grupo y cuándo se dio cuenta, trató de corregirse, pero al hacerlo, sintió algo raro, como si los mismos músculos volvían a activarse, hasta que vocalizó la pregunta: “¿qué no ya habíamos hecho este lado?”
La calidad de “alumna nueva” de esta persona, fue lo que le ayudó a hacerse más presente, ya que estaba obligada a seguir con mayor detenimiento, no sólo las instrucciones, ¡sino lo que estaba sintiendo en su cuerpo!
¿Quién se acercó más a la esencia del yoga?
Para mi no existen niveles de yoga, no depende de la capacidad pulmonar ni de la elasticidad del cuerpo. Sólo existe el acercamiento a uno mismo, y este siempre está disponible para cualquier persona, el yoga simplemente facilita el camino. Para aprovechar al máximo sus frutos, habrá que abordar la práctica siempre como nueva, de instante a instante.
Pensaríamos que a mayor tiempo practicando yoga, más se nos facilitaría mantenernos presentes, pero irónicamente, al regresar a sentarse en el cojín de meditación, a respirar de una manera determinada o a revisitar la misma postura, el cuerpo ya grabó tantos patrones y ademanes que, la mente podría divagar, sin obstáculo alguno, a otros territorios…
Entonces, ¿cómo mantener nuestra mente de principiante conforme evolucionamos en la práctica?
La respuesta es obvia, pero no fácil. Mantenerse presente no siempre es posible para la mente y recriminarnos por no hacerlo, sólo produce mayor tensión y ruido mental. Pero es un hecho que sí nos damos cuenta cuándo no estamos ahí. ¿Cómo retornar a la presencia?
La respuesta está adentro. Es nuestro cuerpo quién nos puede instruir. Sólo por el hecho de estar vivos, hay movimiento dentro de él. El más obvio es la respiración, pero también existen otras funciones fisiológicas, impulsos nerviosos y acomodos en nuestro sistema esqueleto – muscular. Dado que somos nuestro cuerpo, todos estos elementos nos ayudan a hacernos presentes (como la alumna que sintió que los mismos músculos se estaban trabajando y confío en dicha información…).
El Universo es dinámico, nosotros también. Si nos entrenamos a seguir con atención nuestro propio dinamismo se nos revelaría con claridad nuestra posición con respecto al mundo, de instante a instante. Así es que la vida podrá aumentar en complejidad, muchos más estímulos vendrán a nosotros, pero estaremos listos para recibirlos, sin perdernos de nosotros mismos.
Y si vuelves a divagar, ¡simplemente sonríe y retorna!
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com