La práctica de Yoga, además de una sensación general placentera, brinda muchos beneficios. Pero a un nivel más profundo, revela aspectos acerca de nosotros que de otra forma no nos percataríamos. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a escuchar?
¿Cuándo y cómo suceden tales revelaciones? Entendamos primero de qué estamos hechos. Evidentemente no sólo somos un cuerpo físico, sino que en algún momento dado nos percatamos del correr de nuestra energía o el movimiento de nuestros pensamientos. Más aún, tenemos un lado intuitivo que nos provee de sabiduría y que no precisamente viene de nuestro razonamiento.
Si analizamos nuestra conciencia, parte integral de nuestra mente, podemos notar cómo experiencias pasadas, placenteras o desagradables “coloran” la forma en que percibimos el mundo en el momento, y no sólo eso, también moldean nuestras respuestas hacia lo que el mundo nos expone. Estamos igualmente forjados por nuestra cultura y todo lo que aprendemos a lo largo de la vida.
Así es que nuestra relación con cualquier forma de materia va a ser única, mas no necesariamente objetiva. Muchas veces tenemos que cambiar nuestros patrones de percepción y reacción para “darnos cuenta” de otras posibilidades acerca de las cosas, es decir, otras realidades.
Precisamente esa es la intensión esencial de la práctica del Yoga. Las experiencias de la vida dejan impresiones, buenas o malas, en nuestro consciente y subconsciente. A estas se les denomina “samskara” en Yoga. Estos samskara, tarde o temprano salen a la superficie, produciendo reacciones, muchas veces fuertes en las personas. Son como semillas (bija) que con el tiempo maduran y brotan. El quehacer del Yoga es proveer a la persona de prácticas que generan calor interno para que tales semillas sean “quemadas” antes de que broten y resulten en acciones dañinas tanto para uno como para los demás. Las prácticas que comúnmente generan este tipo de calor son las posturas (asana), ejercicios de control de la respiración (pranayama) y meditación (dhyana).
Otra forma paralela de eliminar los samskara y así re patronar nuestras reacciones habituales es a través de la observación de nuestro comportamiento hacia el entorno y con nosotros mismos. Patanjali, en sus Yoga Sutra, expone un código ético conocido como yamas y niyamas. En los yamas (observancias externas) expone valores como el no dañar, la veracidad en nuestras palabras acciones, el direccionamiento adecuado de nuestra energía sexual, el no robar y el no aferramiento. En los niyamas (observancias internas) expone valores como la limpieza (física y mental), el aprecio de lo que se tiene, práctica de austeridades, auto estudio y la noción de la existencia de un Ser más grande que uno.
Observar todos estos valores requiere de una atención realmente profunda y constante, ya que el cumplimiento de uno puede estar anulando otro. Por ejemplo, yo puedo decirle una verdad a una persona pensando que lo hago por su bien (cumpliendo con el valor de la veracidad), sin embargo puedo no darme cuenta que a la vez estoy hiriendo a la persona (incumplimiento del valor de no dañar). A su vez, existen matices más sutiles de estos valores que sólo mediante nuestra evolución personal podemos descubrir y optar por observar.
Como podemos ver, observar nuestro comportamiento es tan complejo como lo es el ser humano. Sin embargo, Patanjali propone una práctica aparentemente simple para contrarrestar nuestros actos erróneos, aún cuándo no tengamos conocimiento cabal de ellos. Esta se denomina pratipaksa bhavana, o cultivo de lo opuesto. Por ejemplo, para no caer en actos que dañen a otros seres cultivo constantemente la amabilidad y la compasión. Es una forma de balance. Y así, para cada precepto.
El Yoga, abordado de forma seria, es una práctica que expone la totalidad de nuestro ser: lo bonito y lo no tan bonito. Eso es lo que somos y está bien. Lo interesante es la posibilidad que nos brinda para re descubrirnos y crear cada vez versiones mejores de nosotros mismos. Y regreso a la pregunta: ¿Estás dispuesto a escuchar?
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com
Querida Miriam, ojalá se difundiera en forma masiva el pratipaksa bhavana, y realmente pudiéramos ver como puede afectar a otros nuestros actos hacia el prójimo.
Aunque vivimos en un mundo donde abunda la gente con malas intenciones, por otro lado también abunda la gente que quiere hacer una diferencia por medio de buenas acciones. El ser humano no es perfecto y no existe un ser totalmente hecho de bondad, pero el saber controlar los aspectos que pueden herir de alguna manera a otros sería lo ideal
Gracias por tu artículo.
Gracias, Dalia por tu siempre valiosa aportación. Lo que estamos mirando en yoga son realmente valores universales perfectamente aplicables para todo ser humano, sin importar raza, credo, nacionalidad, etc. En un mundo dónde aparentemente el poder reside en solo unos cuantos y la mayor parte de la humanidad parece ser arrasada por olas de intereses, siempre está el cultivo de la propia persona y la posibilidad de hacer diferencia en nuestro entorno. No estamos perdidos como humanidad, simplemente necesitamos re orientar nuestras intensiones. Que tengas un hermoso día!
Excelente articulo¡ gracias!