¿Alguna vez has sentido que se te ha acabado la paciencia? Si eres madre o padre o te toca cuidar de tus padres ancianos posiblemente has estado ahí más de una vez. Aun así, al poco tiempo renuevas tus esfuerzos por educar o cuidar… ¿Cómo es esto? ¿De dónde derivas nueva paciencia?
La realidad es que la paciencia cae cuándo las cosas no suceden de acuerdo a nuestros planes. Todos tenemos planes, grandes o pequeños, a corto o largo plazo, de lo contrario sería imposible ejercer nuestro libre albedrío. Pero constantemente estos son afectados por circunstancias, o bien, los planes de otras personas. Cuándo sucede esto nos enfrentamos con dos opciones: abandonarlo todo, o replantear nuestras estrategias. Cuándo nuestros planes han sido fundados en amor, prevalece la tenacidad, cuando no, una sensación de derrota se instala en nuestro ser y se vuelve virtualmente imposible recuperar la paciencia, pero aun así es posible hacerlo, ¿cómo?
La vida se mueve y nuestros planes también, si es que lo permitimos. A esto se le llama resiliencia. Los planes no son absolutos, bien sabemos que siempre habrá una fuerza mayor que lo cambiará todo. Si sostenemos esta noción de que no somos capaces de controlar por completo nuestro entorno entonces nos abrimos a la aceptación de las circunstancias. Es la aceptación el terreno fértil para el cultivo de la paciencia.
En el yoga clásico, a esta noción se le denomina Isvara pranidhana, y forma parte de un grupo de observancias internas, niyamas, que a su vez constituyen una de las ocho ramas establecidas por Patanjali como camino para desacelerar las fluctuaciones de la mente. No cabe duda que el rendirse a una fuerza mayor, de entrada ya reduce cualquier lucha interna sostenida. La mente descansa al entender que muchos factores actúan sobre cualquier situación, y una buena parte de ellos, no están en nuestras manos para resolver. Es así como la mente logra despejarse para actuar sobre lo que sí es posible cambiar. Al reducirse el ruido, la paciencia se hace latente.
La paciencia no es una virtud que se tiene o no, es un precepto que debe ser re visitado continuamente, aún por el yogui más experimentado. Las pruebas se nos presentarán una y otra vez, pero cada vez la situación será ligeramente distinta sólo porque estamos diferentes y por ende percibimos diferente. Ubícate ahí, en el momento presente, veras que instantáneamente surgirá una revelación en tu interior: ¡escúchala y actúa!
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com
Gracias miriam,que sea n tiempo lleno de alegría y salud,namaste
Gracias Miriam!
Con mucho cariño, Marcela!