¿Crees que recibimos mensajes cuándo meditamos? ¿Qué es lo que hace una persona cuándo dice, déjame meditarlo y te resuelvo? ¿Realmente se aísla, cierra sus ojos y recibe señales del “más allá”?
Nos encantaría pensar que sí, pero no lo es así. En lenguaje coloquial, el meditar sobre algo implica tomarse un tiempo a solas para cancelar el exceso de ruido y distracciones y así poder pensar con mayor claridad. Ahora, cuándo nos referimos al acto de meditar per se, hacemos lo mismo, buscamos un espacio cómodo y libre de distracciones para sentarnos y cerrar los ojos, pero en este caso no pensamos sobre algo, sino que dejamos pasar nuestros pensamientos, sin engancharnos con ninguno, para descubrir el fondo neutro sobre el cuál estos “flotan”. Dicho fondo no pertenece al mundo de nuestras emociones, las cuales se encargan de generar mayor pensamiento. Más bien es el que nos recuerda que las cosas no son como queremos o tememos que sean, sino simplemente son.
Entonces, resolvemos cuándo meditamos?¿Realmente recibimos los mensajes que necesitamos escuchar? No necesariamente.
Meditar con el objetivo de recibir “insight” es contraproducente porque de entrada, ya estamos anteponiendo un deseo. Este obstruiría el espacio neutro necesario y más bien activaría nuestra imaginación hacia lo que queremos, perdiéndose así la percepción objetiva de las cosas.
La magia de la meditación curiosamente sucede, no cuándo estamos recluidos en silencio, sino cuándo regresamos a interactuar con el mundo. Cuándo meditamos nos percibimos, sí, pero dentro de un contexto imparcial. Eso es todo. Sin embargo, el mismo acto va a producir que se revelen cosas acerca de nosotros que de otra forma no podríamos ver, y tales revelaciones se hacen conscientes justo cuándo retornamos al mundo. ¡Ahí están los mensajes!
Así es que la meditación es un condición que “entra y sale” de nuestro ser, o más bien permea nuestros confines para informarnos todo el tiempo sobre lo que sucede dentro y fuera, siempre desde un centro que se hace nuestro, cada vez que regresamos a nuestro cojín de meditación.
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com
Así es Miriam! Al meditar abrimos posibilidades, destapamos algo más de nuetro sabio ser y eso que día a día descubrimos va haciéndonos más sabios, más atinados al interaycon otros.
Gravias por tu sabiduría! Abrazo
Ah! Y quisiera agregar que, lo que mos da posibilidad de entrar en esa meditación y por consiguiente conectar con nuestro ser sabio es la respiración conciente, para mi esa es la llave que te da acceso a meditar.
Gracias por abrir esta posibilidad de compartir! Otro abrazo
Gracias por tu retroalimentación siempre valiosa, Leslie. Estoy de acuerdo contigo, la respiración es clave, ya que siempre está y no tenemos que hacer nada para que suceda. Eso le resta «ruido» a la mente y nos invita a sólo observar. Quizá tenga una función vital que va más allá de proveer oxígeno al cuerpo!
Comparto tu idea en que la meditación en general no debe usarse con la intención de recibir ciertos mensajes, porque ya habría intención y deseo, lo cual va en contra del desapego, la idea es conectarnos con nosotros mismos y considero que sí es posible recibir algún tipo de revelación espiritual, pero en general las sesiones de meditación deben hacerse de forma espontánea.