¿Cuál es tu periodo de atención?
Prendes tu celular. Enseguida aparecen en pantalla algunas llamadas perdidas, mensajes no leídos y notificaciones de algunas aplicaciones. Decides por atender el primer mensaje. Mientras entras en comunicación con dicha persona, te entra un correo indicando que tienes un nuevo seguidor de Facebook. Ingresas a Facebook y un video que corre en automático, ya captó tu atención. Mientras tanto, la persona del mensaje te sigue preguntando cosas, al tiempo que te entran otros mensajes múltiples de un grupo de Whatsapp al que perteneces y cuyos integrantes siempre les fascina comentar el punto…
¿Suena familiar? Posiblemente sí. ¿Suena abrumador? Quizá nos estamos acostumbrando.
La tecnología, que ha avanzado a pasos agigantados, nos ha traído a la palma de nuestra mano cada vez más información instantánea acerca de lo que pasa “allá afuera”. Con ello, inevitablemente nos hemos adiestrado para manipular todo lo que nos llega a la vez. Sin embargo, tal habilidad la hemos adquirido en detrimento de otra: la concentración. Sólo basta con preguntarnos, ¿cuántos minutos estamos dispuestos a dedicarle a un video que nos llega por los medios? ¿uno? ¿tres? ¡ocho minutos pueden sentirse como un martirio!
Claro está que nuestros hábitos están cambiando, pero lamentablemente no por elección propia. El bombardeo de información nos rebasa y como protección, el cerebro “adormece” la percepción de ciertos estímulos, esto como un mecanismo de protección ante una sobre saturación de la mente. Desafortunadamente, en muchas ocasiones, se nos pasan asuntos de igual o mayor importancia para nosotros, como por ejemplo, la llamada a un buen amigo para felicitarlo de su cumpleaños. En resumen, se debilita nuestra habilidad para discernir qué es prioritario en el momento.
Pero no lo está todo perdido. Somos seres con voluntad, y esta difícilmente se perdería aún con el crecimiento de los medios. Pero a la voluntad, precisa reivindicarla; esto ha sido así desde tiempos remotos. Las escrituras antiguas de los Vedas, la tradición hindú, el budismo y el jainismo, se han servido del yoga para devolverle al hombre su posición en el universo.
Para ubicarse uno, es preciso administrar a la mente, y para ello, las diversas corrientes han desarrollado técnicas que aplican un mismo concepto: eka grata. Su significado es: un sólo punto. Cualquier práctica yóguica tiende hacia llevar al practicante a fijar su atención en un sólo objeto. Eka grata, a su vez, abre camino para prácticas más mentales como pratyahara (retracción de los sentidos), dharana (concentración), dyhana (meditación) y samadhi (absorpción).
La práctica que por excelencia produce eka grata es pranayama, o control de la respiración. Esta consiste en ejercicios específicos que toman el proceso inherentemente natural de inhalar y exhalar y lo hacen caber en alguna forma específica, ya sea reteniendo y/o prolongando cualquiera de los dos ciclos, cambiando su rítmica o adaptando modalidades y posicionamientos específicos para respirar. La forma aquí no es tan importante como lo que se produce en la mente: ésta es obligada a enfocarse en la función más esencial del cuerpo, y esto inevitablemente torna el enfoque hacia uno mismo.
El creciente mundo de los medios es una realidad inamovible que ni siquiera conviene negar, ya que siempre tendremos la capacidad para adaptarnos. Sin embargo, es posible cultivar eka grata, o el enfoque en un sólo objeto a la vez. De esta forma, siempre podremos reclamar la autonomía de nuestras mentes y nuestro poder de decidir sin ser “arrastrados” por lo que se nos presenta enfrente. ¿Requiere de trabajo? Sí. Pero a fin de cuentas, ¿qué sería de nuestra vida si no la aprovecháramos, tal como se nos presenta, para continuamente re descubrirnos?
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com
Me encantó el post, pero el problema es, darnos ese tiempo para decidir cuando lo vamos a hacer…a veces estamos tan inmersos en el ajetreo de la vida, que no nos tomamos ni siquiera el tiempo para desacelerarnos y esto definitivamente lo requiere.. Y si, el atention spam cada dia es menor, cada dia tenemos menos paciencia para parar y oler las rosas.
Gracias por llamarnos la atencion!
Gracias por tu comentario, Dalia! Yo hablo aquí de cultivar una cualidad en la mente: eka grata, y para cultivarlo, se requiere de entrenamiento. Este se puede hacer a través de la observación de la respiración o incluso cuando saboreamos nuestros alimentos. Si periódicamente nos involucramos en ejercicios de este tipo, poco a poco la mente se va reeducando para ser menos reactiva y más receptiva, y finalmente los resultados se reflejaran en nuestro desempeño del día a día. Creo que «entrarle a la chamba» vale la pena para sacar el mejor provecho a nuestro andar por la vida!
De eso se trata…tomarnos ese tiempo para desarrollar el Eka Grata. Definitivamente hay que tomarnos ese tiempo y hacerlo de una vez por todas. Nos hemos vuelto procrastinadores profesionales y me incluyo dentro de este grupo..!
Me hiciste reír, Dalia! Procastinar es precisamente dejar que otros estímulos entren y nos desvíen de lo que estamos pensando y de lo que nos gustaría en realidad hacer!
Un abrazo!
Es la realidad….procastinadores profesionales…! Un abrazo