Todo surgió de una idea peculiar. Si ya presenté un libro cuya fuente de inspiración ha sido mi cuerpo, ¿por qué no presentarlo nuevamente con una práctica de Yoga? La idea me pareció buena, aunque representaba un reto importante para mi: ¿quién llegaría al evento si yo ya había presentado anteriormente y la gente destinada a acompañarme ya había estado ahí? Para ello, me dispuse a difundir el evento por todos los medios posibles, incluyendo el apoyo de la Federación Mexicana de Yoga. De ahí surgió el segundo reto: si habría de recibir a gente que no conozco, que posiblemente practica Yoga o no, ¿cómo transmitir mi libro con una práctica accesible para todos pero que a la vez represente con profundidad los aspectos más sutiles de mi libro? Este segundo reto ya se ha vuelto parte de mi chamba del día a día como maestra: transmitir desde mi cuerpo conservando la espontaneidad necesaria para captar lo que el grupo requiere en el momento.
Pues con toda valentía y buena voluntad me lancé al ruedo, sin saber absolutamente nada sobre quienes llegarían y cómo se desenvolvería el evento. Para mi sorpresa, la gente que llegó, en su mayoría yo no conocía. Vinieron de distintos puntos de la ciudad e incluso un extranjero israelí que andaba de visita en México y un hindú que pasó momentáneamente por ahí.
Una vez más corroboré que sólo tomando el momento y creando en tiempo presente es posible dar fluidez al curso de un evento. Fue todo un éxito. La gente, toda, captó mi instrucción con precisión y cada una de las personas vivió una experiencia muy particular. Me sorprendí de ver un grupo fluyendo como si todos ya nos conocíamos y practicábamos una danza al unisono. Y la mejor parte fue el Savasana (relajación del final), dónde los conceptos del libro terminaron de integrarse en los cuerpos de las personas de una forma sutil, sin que tuvieran que provocar nada, sólo abiertos a recibir…Mi corazón se regocijaba de vivir ese silencio que nos hablaba, que nos permitía entender…
Al final les invité a todos un te chai casero y unos panecitos recién horneados y tuvimos una charla muy agradable. De las diferentes charlas hubo una muy interesante que me gustaría compartir:
Se trata de dos mujeres que llegaron juntas a la presentación y me contaron que ese mismo día se habían conocido en el metro, cada una viniendo de puntos totalmente distintos y distantes de la ciudad. Cuando se vieron, comenzaron a platicar y descubrieron que ambas se dedicaban al turismo. Siguieron platicando hasta preguntarse una a la otra el destino de su viaje. ¡Ambas contestaron que iban a la presentación de un libro con Yoga! ¡¿Qué tal la sincronía en una ciudad de tantos millones?!
Ahí está la prueba de que hay un orden Divino y de que las personas se reúnen dónde les toca estar. El pasado sábado 24 de agosto fuimos testigos de uno de esos puntos de encuentro en el tiempo, dónde compartimos, gozamos y aprendimos.
A los que me acompañaron fisicamente o de corazón les agradezco desde el fondo de mi Ser.
¡Y voy por más!
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Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com
Verdaderamente hermoso!!
Muchas felicidades y éxito.
Sigue como vas.
Te quiero.
Becky.
Enviado desde mi iPhone
El 27/08/2013, a las 08:55 a.m., «miriamhamui» escribió:
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Gracias Becky! Gracias por acompañarme y muchas gracias por tu apoyo! Yo también te quiero.
Miriam
MIRIAM QUE ALEGRIA COMPARTIR DE TUS EXITOS. Y DE VERDAD QUE LA SINCRONIA DIVINA PARA JUNTAR A LAS PERSONAS ES INDUDABLE. POR ALGO SE DA.
UN GRAN ABRAZO. TE QUIERE. BLANCA.
Gracias Blanca! Bendita la sincronía que nos permite seguir compartiendo!
Un abrazo,
Miriam