¿Alguna vez has sentido la euforia de correr a lado de una multitud, meditar masivamente o clamar una oración dentro de una congregación? Podrás pensar que la persona contigua a ti estará sintiendo lo mismo, al percibir una energía unificada en el entorno, sin embargo, no lo es así, ya que tanto tú como el otro llegó a ese momento en un estado específico y dentro de un proceso personal único. Sólo basta con preguntárselo, si es que este está dispuesto a compartir.
El grupo siempre resulta ser un gran motivador para cualquier práctica, ya sea terrenal o espiritual. Entre más gente practicando lo mismo, resulta más fácil soltar las resistencias que uno mismo se pone para la ejecución de la actividad propuesta. Sin embargo, soltar resistencias no es suficiente. Una vez en la práctica, pueden surgir una serie de cuestionamientos profundos, si uno mismo se lo permite: ¿Qué hago aquí? ¿Estoy aquí por convicción o porque me ha “jalado” el grupo? ¿Cómo me siento hoy, en este preciso momento, haciendo lo que hago? Y así, las preguntas pueden continuar hasta que uno cae en la cuenta de que es un ser único practicando con otros seres únicos.
De ninguna manera desprecio las actividades grupales, pero personalmente recomiendo practicar cualquier actividad grupal también a nivel individual como: salir a correr solo, meditar con uno mismo, entablar una oración personal con D-os, etc. Al ausentarse el grupo, se desvanecen con ello los motivadores externos, y entonces queda uno desnudo, cara a cara con la práctica. Las indagaciones continuarán, cada vez más profundas, hasta que una de dos cosas suceden: o se termina por abandonar la práctica, o se continua, ya que se ha detectado un motivador interno sincero, que lo mantiene a uno indagando y descubriendo continuamente. Ambos resultados son positivos: el primero lo sitúa a uno en una nueva realidad y por ende, se la abre la posibilidad de explorar una práctica diferente y más afín a uno; el segundo se convierte en el regalo más preciado que uno puede recibir: el contacto con la fuente creativa eterna…
Deseo para ti, querido lector, el gozo pleno de tu camino solitario.
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com




Miri, que rico, profundo y real. Ojalá más personas podamos cultivar la delicia de estar con nosotros mismos, en silencio, descubriendo y confrontando. Que delicia!!!
Gracias por compartir, Judy. Creo que todos tenemos la capacidad de introspección. De entrada la conozco en tí! Creo que aun en actividades grupales la individualidad se puede conservar y procurar. Sólo así nos mantenemos protagonistas de nuestras propias vidas…
La práctica individual es un tesoro para mí, la práctica grupal me presenta la posibilidad de continuar refinando al individual en esta vida llena de contactos y relaciones con miles de
individuales
Miriam muy bonito muchas gracias!!!
Enviado desde mi iPhone
El 23/02/2014, a las 08:01 a.m., «miriamhamui» escribió:
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Nos damos cuenta al atardecer de la vida, que siempre hemos andado solos, pero no nos habíamos percatado. Y es que desde dónde somos, sólo hay lugar para uno…
UNO que no es igual a la suma de sus partes.
Uno que se puede y requiere compartir, por partes.
Mi reconocimiento y cariño Miriam.
Gracias por tu hermosa aportación, Marcela. Un abrazo!