images¿Qué has o oído acerca de los efectos del yoga? ¿Podrás nombrar al menos uno? ¿Cuántas veces has leído frases como estas: “estudios demuestran que el yoga ayuda a _________”?

El espacio en blanco puede ser rellenado por un sin fin de elementos y quizá alguno de ellos te incitó a iniciarte en la práctica, o la menos despertó tu curiosidad. En otras ocasiones, el precursor pudo haber sido alguna recomendación médica personal. ¿Cuál ha sido tu caso?

Los efectos del yoga, desde luego, pueden ser reales, sin embargo, es cuando los convertimos en nuestro objetivo que ya perdimos. Por ejemplo, si yo declaro que “practico yoga para apaciguar mi mente”, automáticamente ya le asigné un rumbo a mi práctica, una expectativa. Es así como mi enfoque se estaciona en el resultado final, y por consecuencia, se me escapa todo aquello que la práctica tiene para devolverme, de instante a instante.

De ninguna manera se trata de una fórmula simplista: “tengo que hacer A para conseguir B”. Más bien habría que permitir lo siguiente: “mientras practico A descubro y obtengo elementos para entenderB, y así lo procuro para mi”. Cómo podemos ver, es un proceso que se experimenta.

Lo interesante aquí es que dos personas pueden buscar lo mismo (en este caso podemos usar el ejemplo de “apaciguar la mente”), sin embargo, la experiencia será única para cada individuo, debido a que cada quien llega al tapete de yoga con una historia propia y una constitución específica, además del estado actual en que uno se encuentra. El objetivo final nunca se alcanza, mas bien se descubre y re descubre a lo largo de la vida, y el yoga funge como nuestro propio espejo.

Así es que, si te has iniciado o tienes la curiosidad de hacerlo, toma el objetivo, cualquiera que sea, y ponlo a un lado temporalmente. Más bien invita al yoga, en su expresión completa, a participar de tu vida. Permite que penetre tus huesos, músculos, órganos y fluidos, en fin todas las células que te conforman, para que así, a través de tu cuerpo, recibas la enseñanza, no la que recita tu maestro o maestra, sino la que reside en ti, lista para develarse en el momento que tú, y sólo tú, le abras la puerta.

Para ello necesitas otorgarte tiempo y espacio. Tiempo para escuchar, ya que el cuerpo tiene un ritmo específico para comunicar, así es que espera, sé paciente. Por otro lado abre el espacio: relaja tu cuerpo, no lo aprietes, no lo coerciones, más bien crea para él un recinto de confianza para que se exprese.

El yoga, en esencia, siempre ha sido un asunto personal, está en ti procurar que así lo sea. Namasté.

Miriam Hamui

Autor: Miriam Hamui

Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com

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