unknown¿Qué entiendes con fluir? Es un término quizá trillado, pero merece la pena explorar ya que se trata de un anhelo, oculto o expuesto, de cualquier individuo, ¿no es así?

Toma el ejemplo del agua, que sería la formas más grafica de entender el concepto de flujo. Si está cercada por una presa, esta generará una fuerza/energía contra su barrera, debido a que su naturaleza es el movimiento, sobre todo cuándo hay gravedad. Si la presa se retira, el agua se “libera”, reaccionando fuertemente.

La misma naturaleza de movimiento se encuentra en todos los seres vivos e inertes del Universo, nada es estático. Por lo mismo, tal anhelo es intrínseco, y si nos referimos al ser humano, el anhelo se manifiesta claramente en las emociones.

¿Qué sientes cuándo mentalmente te “atoras” con la resolución de algún problema o cuándo fisiológicamente te has constipado de la nariz? ¿Desesperación? ¿Deseo de cambiar la situación?

Pues bien, el yoga es una herramienta eficaz para entender, no a nivel racional, sino más bien experiencial, este concepto que vive en nosotros.

Respiramos. Ese es el primer flujo del que nos damos cuenta. El oxígeno que entra y nutre nuestro cuerpo es entendido como prana o fuerza vital, desde el punto de vista de la tradición del yoga. La energía que mueve al Universo es la misma que entra a tu organismo y lo hace funcionar. El propio oxígeno (prana) cambia de estado, de gas a líquido, cuando pasa de tus pulmones al torrente sanguíneo. De esta manera, el oxígeno sigue corriendo por tu cuerpo, nutriendo cada célula de cada tejido de tu organismo.

En yoga, cuándo practicas pranayama (control de la respiración), lo que está sucediendo es que te estás dando cuenta de los efectos que tiene tu respiración en tu organismo y de cómo estos cambian conforme tú cambias la rítmica de tus inhalaciones, exhalaciones y pausas. El sistema nervioso capta estos cambios y produce un efecto particular en tu mente y emociones.

Pasando a los preceptos del yoga (yama) tomemos como ejemplo en primero, ahimsa, que significa no dañar. Cuándo lo practicas, estás afectando directamente a tu conciencia, evitando que esta se “atore”. Esto sucede porque en el momento que dañas, ya sea a otro ser o a ti mismo, el acto queda impreso en tu conciencia y te mantiene hasta cierto punto inquieto. Ahimsa es una manera de procurar el flujo de tus relaciones y más internamente, la fluidez de tu conciencia.

Apliquemos el mismo concepto en una postura de yoga. Si realmente permites que tu respiración la apoye y la sostenga, habrá menos forcejeo en ti, y a la vez, tu organismo, mente y emociones estarán más tranquilos. La misma fuerza vital, prana, fluirá pareja, serenándote físicamente.

En resumen, el yoga te permite darte cuenta de la naturaleza móvil dentro y fuera de ti. Si te armonizas desde dentro, afectas a tu entorno, y al hacerlo, contribuyes a la fluidez del Universo.

¿Te llama la atención esta contienda?

¿Te ha movido esta lectura? ¿Te gustaría vivenciar el yoga con este nivel de profundidad? Ven a aprender conmigo, conoce mis clases presenciales, o bien, entérate de retiros y clases especiales que imparto suscribiéndote a mi Newsletter. Nota, del 1 al 3 de septiembre de 2017 impartiré el Retiro: Yoga y Expresión Creativa, apúntate.

Miriam Hamui

Autor: Miriam Hamui

Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com

CompárteloShare on FacebookTweet about this on TwitterPin on Pinterest
Tagged on:                                         

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *