Pensarías que la meditación es una aliado para regular el estrés o encontrar ecuanimidad en la vida, pero la realidad es que ésta, por sí sola, es un acto en el que nos apaciguamos temporalmente, mas no necesariamente en la mente… Aún así, los meditadores regulares claman que sus vidas han cambiado a raíz de que meditan, ¿cómo es esto?
El sentarse en silencio sin consigna alguna mas que la de sólo estar ahí, pone de manifiesto ciertos aspectos acerca de nosotros mismos que de lo contario no nos percataríamos. En principio, nos revela nuestra mente, que aunque podemos darnos cuenta de ella cuándo interactuamos en el día a día, aquí atestiguamos sus componentes y sus tendencias. Quizá no nos guste lo que se nos revela, pero simplemente es, y es mediante el acto de sentarnos repetidamente que nos empezamos a habituar a la mente, con todos sus viajes y dramas. Esto facilita el primer paso que es aceptarla, tal como es, e incluso empezar a conocerla mejor.
Pero, ¿qué utilidad tiene saber acerca de la mente? (Y aquí me refiero a la mente propia, no la que conocemos a través de un libro de psicología o filosofía). Si no asociamos la mente que experimentamos mientras meditamos con nuestra mente que interactúa con el mundo, de nada nos sirve aquietarnos.
Ahora, ¿cómo aplicamos tal conocimiento experiencial a nuestras acciones? Yo empezaría al revés: ¿Cómo moldeamos nuestras acciones para afectar positivamente nuestra mente y así verlo reflejado durante nuestras sesiones de meditación? A fin de cuentas, una buena acción puede producir una sensación de bienestar en uno, pero el efecto en la mente sólo se deja ver cuándo nos serenamos.
No es gratuito que Patanjali, al proponer las 8 ramas de Astanga Yoga en su Yoga Sutra, comienza por los yamas y niyamas, conocidas como preceptos que observamos cuándo interactuamos con nuestro entorno (yamas) y con nosotros mismos (niyamas). Al vigilar el no dañar, la veracidad de nuestros pensamientos, palabras y acciones, el uso prudente de nuestra energía, el respeto a lo ajeno y el no aferrarse, automáticamente se produce un efecto en nuestra conciencia. Lo mismo sucede cuándo procuramos nuestra limpieza en cuerpo y mente, nuestra capacidad de sabernos satisfechos, nuestro esfuerzo disciplinado, nuestro auto estudio y nuestra entrega hacia un ser más supremo que nosotros.
Sólo cuándo la conciencia es profundamente afectada a partir de nuestros actos es que las fluctuaciones de nuestra mente se desaceleran, y esto queda claramente reflejado cuándo meditamos. A su vez, al experimentar una meditación serena, con cuerpo y mente sabiéndose así, se crea un anhelo de no perturbarnos de más con nuestras acciones para seguir gozando de nuestro proceso transformativo.
Como se puede ver, es un ir y venir, y con los cambios inevitables de la vida, ese vaivén se vuelve aún más interesante. Es ahí dónde empezamos a descubrir que existe una parte de nosotros que sólo observa y nos acompaña en cualquier estado en que nos encontremos.
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com
Muy interesante tu escrito. Es fluido y bien acomodado el lenguaje. Con el predominio de ciertos elementos que ya utilizas en tu propia meditación. Porque así lo mencionas al describirlo.
Mi saludo y felicitación, con cariño. Rebeca.
Muchas gracias por tu retro alimentación, Becky, y sobre todo por tu enseñanza.
Escribo directamente desde mi experiencia y es desde ese lugar que aprendo más!
Es un placer compartir contigo!
Un beso
Como siempre, precioso post.
Más precioso aún el hecho de que tus palabras nos inspiran para hacerlo y buscar esa paz que nos da la meditación.
Un abrazo!
Pues a practicar, Dalia! No se necesita mucho mas que voluntad y una postura cómoda. Un abrazo y gracias por leerme!