unknownParecería que el Yoga llegó par quedarse. Mientras que hace 20 años la disciplina era dominio de unos cuántos “diferentes” que se reunían en grupos pequeños o practicaban por su cuenta, ahora hay un mercado vasto que ofrece yoga para todos los gustos y todas las necesidades… Pero la disciplina, en esencia, ha sido la misma, no sólo hace 20 años sino desde hace aproximadamente 2500 años. ¿La pregunta es, ¿conocemos tal esencia? ¿Realmente la vivimos cuándo practicamos?

En sus inicios el yoga fue desarrollándose a través de ensayo y error y a lo largo de varios años como una forma de auto realización. El hombre, por naturaleza, siempre ha sido curioso en torno a tener dominio de sí mismo y en lo que respecta al yoga, el enfoque primordial ha sido la mente. El yoga clásico se centra en la desaceleración gradual de las fluctuaciones de la mente para que así, no sólo los objetos sino la conciencia misma pueda revelarse ante uno en su forma más pura.* Sabemos que nuestra percepción no siempre es la más objetiva debido a que esta se pigmenta con nuestras memorias, miedos, apegos o simple ignorancia. Todo es parte de estar vivo, sin embargo el yoga busca trascender tales obstáculos para que nos sepamos a nosotros mismos en esencia.

¿Qué tiene que ver todo esto con las posturas que comúnmente vemos que se practican? Las posturas o asana son una manifestación física de un cuerpo que se sabe sereno y estable y por ende, influencia a la mente de la misma manera. Sin embargo, estas son apenas la “punta del iceberg” de la parafernalia de prácticas que ser realizan, todas en torno a este simple objetivo. Observancias éticas hacia el entorno y uno mismo, control de la respiración, internalización de los sentidos, concentración, meditación y absorción pura son técnicas que junto con las posturas conforman lo que se conoce como Raja Yoga o Yoga Real, pero a su vez hay otros caminos de yoga que aluden a la devoción (Bhakti Yoga), el servicio (Karma Yoga) o el auto estudio (Jnana Yoga), para producir la misma auto realización tan codiciada.

Regresando al yoga de hoy en México, ¿Cómo podemos integrar este objetivo primordial cuándo lo único que podemos derivar de una clase cualquiera es la sensación de habernos estirado rico o de haber terminado un poco más relajados que cuándo empezamos? Aquellos vislumbres de bienestar que puede brindar una buena clase son un comienzo positivo, ya que fungen como motivadores para seguir practicando. Sin embargo, la clase en sí no resuelve, de la misma manera que los yoguis de la antigüedad entendieron que la auto realización no es un fin, sino una condición que ser refina con el tiempo y la práctica constante. Así es que, querido lector, si el yoga ha llamado tu atención, yo te invito a que en algún punto sueltes tu objetivo original, ya sea este relajarte, adquirir elasticidad, liberar tu estrés, mejorar tu postura o incluso “auto realizarte”. Todo esto llegará como consecuencia, pero si sostienes tu práctica por un periodo largo y constante podrás observar, de cuándo en cuándo, cómo vas cambiando tú y tu relación con tu entorno. El tiempo te otorgará sensibilización y la sensibilización te pondrá de frente nuevos desafíos personales, pero la resolución de estos es lo que en última instancia te hará crecer. Esa es la verdadera auto realización ¡y siempre se estará desdoblando ante ti!

 

Miriam Hamui

Autor: Miriam Hamui

Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com

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