Somos muy rápidos para interpretar. Apenas se nos presenta una situación e inmediatamente emitimos un juicio o una opinión: me gusta, no me gusta, es lo mío, no es lo mío, etc. Pero, ¿qué pasaría si, por ejemplo, te dieran a probar un alimento nuevo y sólo te quedaras con la experiencia por un rato? ¿Qué pasaría si te dieras el tiempo para que el alimento te comunicara su sabor de regreso? ¿A caso no sería más certera tu apreciación? Este es el significado de degustar, y en términos más genéricos: el arte de esperar.
Todo lo que percibimos del exterior produce sensación en el cuerpo, sin embargo, a menudo la mente interfiere demasiado pronto aportando ideas basadas en el pasado y así truncando la experiencia actual. ¿Por qué no abordar la experiencia como si fuera la primera vez? ¿Por qué no poner a un lado todo conocimiento previo y asumir que no sabemos nada? A esto se le llama: mente de principiante.
Los niños pequeños tienen esa virtud. Son como esponjas que absorben directo todo lo que perciben, precisamente porque no se han aferrado a ideas sobre las cosas. Su curiosidad entonces se hace amplia. ¿Podemos, nosotros adultos, recuperar esa cualidad de mente? Absolutamente, sí.
Abordado con la atención que merece, el yoga es una disciplina que nos ayuda a cultivar aquella mente de principiante. Un cuerpo que se sabe estable mientras se sienta quieto y sólo escucha, un tórax que se expande parejo en todas las direcciones y luego se retrae en respuesta a una respiración espontánea, unas vértebras que oscilan secuencialmente, como efecto dominó, hasta acomodarse con naturalidad en una postura, todo ello se puede captar humildemente y con mucha paciencia. ¿Y qué nos devuelve? Contemplación, y más allá de la contemplación, sabiduría, porque la experiencia directa es certera, virgen, no se desvía, y muchas veces nos devela cosas que no quisiéramos escuchar o ver, pero que al final nos permiten crecer. Pero otra vez, habría que abstenerse de interpretar y solo dejarse ser…
Con el tiempo y la práctica, la mente se va moldeando, al punto de que no sólo permite la revelación de su mundo interno, sino que observa pasivamente su mundo externo y lo absorbe, lo siente y simplemente lo entiende, tal como es.
¿Te atreverías a entrenar tu mente?
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com
Lindo escrito, la propuesta final me gusto. Como pregunta el de atrevernos a entrenar la mente.
Gracias por compartirme.
Gracias Becky, qué bueno que te gustó. Por lo general pensamos en entrenar el cuerpo pero la mente se nos escapa. El cuerpo inevitablemente se deteriora con el tiempo, pero la mente es la que sostiene nuestra motivación para seguir viviendo….