¿Puede el yoga realzar nuestra capacidad de amar? La pregunta puede sonar superflua, pero en realidad posee una profundidad que nos toca. ¿Lo crees? De cualquier forma, sigue leyendo…
Piensa en algún momento de tu vida en dónde te re conciliaste con alguna persona o contigo mism@. Te aseguro que existe, la vida ofrece muchos ejemplos, simplemente porque, como seres sociales que somos, continuamente nos relacionamos.
Toma aquel acontecimiento y desmenuza en tu mente todo el proceso por el que pasaste para que finalmente se diera la conciliación. Muy probablemente tuvieron que derrumbarse ideas que honrabas. Pero, ¿cuál fue la causa de estos derrumbes? ¿Cuál fue el principal motor?
Aquel precursor normalmente se manifiesta como algo que “pica”, algo que incomoda, y que tendemos a ignorar o tapar para seguir sosteniendo nuestros ideales. Pero, “aquello” sigue latente, no desaparece. Hasta el más loco, el más idealista lo tiene intrínseco, aunque este pueda estar muy enterrado.
Pero, ¿qué nombre tiene “esto”? Olvidémoslo por el momento, sólo quédate con la sensación, que realmente es mucho más precisa que cualquier nomenclatura.
“Esto” se deja ver en momentos más lúcidos de nuestra vida y generalmente surge espontáneo, sin previo aviso; sólo capta, por ejemplo, la sensación que se genera cuándo miras a un bebé que te sonríe, cualquier bebé. Con sólo imaginarlo, la expresión de tu cara ya cambió, ¿no es así?
Pues bien, el Yoga despierta este lenguaje y se desenvuelve a través de él. Cuándo meditas, respiras conscientemente o atiendes las sensaciones de tu cuerpo mientras que éste se asienta en una postura, lo que está pasando dentro de tu piel es un re acomodo, no sólo físico y fisiológico, sino energético y por ende, mental. Tus emociones se re calibran y por lo mismo, tus ideas corren el riesgo de perder fuerza, cohesión. Si permites el proceso, tu intuición se revela y comienza a hacerse cargo. Es desde ese nivel de dónde surge esta comezón, este alboroto que anteriormente mencioné.
Aquí tenemos la opción de escuchar o de volver a tapar, y puede ser que la segunda suceda casi de inmediato, como un mecanismo automatizado. Pero afortunadamente, entre más Yoga practiquemos y nos expongamos a estos re acondicionamientos físicos y psíquicos, necesariamente se refinará nuestra escucha, al grado de que tales mensajes, provenientes de la experiencia, se tornarán más evidentes y tendrán que decodificarse para producir acciones diferentes. Esto es transformación.
Ahora bien, debajo de este entendimiento no racional yace aquella sensación que percibes cuándo un bebé te sonríe, que es la misma que se extrapola hacia distintas circunstancias de tu vida, ¡te aseguro que puedes nombrar al menos una!
Ahora sí, puedes ponerle nombre. Puede ser dicha , puede ser amor, que al final es lo mismo. Siempre ha estado ahí, más no es producto de tus ideas. Entonces te pregunto: ¿Te gustaría que siempre esté expuesto? ¿qué lo puedas transmitir a otros?
El Yoga puede ser una alternativa.
Autor: Miriam Hamui
Miriam practica yoga desde el 2001 y enseña desde el 2008. También es educadora somática certificada por la escuela de Body Mind Movement. Ella combina sensibilidad y experiencia para guiar a sus alumnos hacia la práctica introspectiva y el movimiento consiente. De su cuerpo nace su escritura, que a su vez, inspira de regreso a su enseñanza. Conoce sus clases, eventos y libros publicados en www.miriamyoga.com
Me encanta el reconocimiento de sensaciones que tienen la cercanía a lo sutil casi impredecible . Que pones al describir al bebé y la yoga. Muy bonito expuesto. Felicidades miriam muy lindo.
Gracias Becky. La sensación sutil y casi imperceptible que se produce al mirar un bebé sonriendo también es instantánea y no pre meditada. Eso nos indica que viene desde otro nivel de nosotros, mas no de nuestra mente. Así de profundos somos! Es un placer compartir!